Se
despertó transpirado y acalorado en medio de la noche, había tenido un
sobresalto, estaba mareado y no percibía bien la realidad, todo eso era culpa
de su extraño sueño, que por segunda noche consecutiva se repetía, en él todo
era muy extraño: era como si estuviera metido en otro cuerpo, en otra mente,
sólo unos vanos recuerdos de vida se presentaban en forma de imágenes visibles,
un ambiente pequeño, cerrado y oscuro, la falta de aire era notoria, y la
desesperación que se sentía era muy grande, se oían gritos de mujer y se
rasguñaban unas piedras…
Aquel
sueño lo había dejado preocupado, todo en él se sentía tan real, estaba seguro
de que aún podía oler aquel extraño hedor a humedad que sentía en su sueño,
cansado y mareado revisó su despertador, eran pasadas las 3:00am, se dio cuenta
de que aún le quedaban 5 horas más para dormir, y así lo hizo, se dio vuelta en
la cama, tapó la luz del despertador digital con una toalla y reconcilió el
sueño…
Pero no
pasaron otras tres horas hasta que el sueño se repitió nuevamente, esta vez
había también una voz femenina que pedía “ayuda” a gritos, y el olor a humedad
era cada vez más intenso e insoportable. Al tener el sueño nuevamente el hombre
se despertó repentinamente, sobresaltado, y terriblemente transpirado, le faltaba
el aire, del mismo modo que en su sueño el aire no abundaba. Asustado por demás
decidió levantarse de la cama y fue a darse una ducha.
Al salir
del baño recibió el llamado de una mujer, se fue de su casa sabiendo
exactamente lo que debía hacer.
En su
auto, se dirigió hacia el hospital central de la ciudad, allí averiguó un
nombre y se encaminó, acompañado de dos doctores hacia el cementerio. Una vez
allí, se dirigió hacia un punto en especial, al verlo se quedó paralizado, el
nombre que mencionaba la leyenda de la tumba era el mismo que le había dicho
aquella excéntrica mujer por teléfono, la misma que le dijo: “Búscala y desentiérrala,
es ella” antes de colgar. De inmediato envió a uno de los dotores a buscar al
sereno del cementerio, mientras él, en compañía del otro doctor que lo acompañaba
se puso a cavar con la pala que había traído, las pocas personas que estaban a
su alrededor observaban atónitos, los miraban como si estuvieran locos, como
profanadores, como ladrones de paz, los creían endemoniados. Y al mismo tiempo sentían
mucho temor.
Pronto
llegó el sereno, y el hombre, al grito de “¡Hay alguien enterrado con vida
aquí!” logró convencer al sujeto de que desenterrasen el recientemente
sepultado cadáver, la tierra aún estaba blanda y era fácil enterrar la pala en
ella, pues aquel cuerpo no llevaba enterrado más de dos días y medio…
Media
hora después, y rodeados de toda la gente que se encontraba en ese momento en
el lugar, los cuatro hombres lograron sacar el féretro de la profundidad de la
tierra en que estaba sumergido, a golpes de pala lo abrieron, y al hacerlo se
sorprendieron, al mismo tiempo que muchos se asustaron y otros varios sólo
atinaron a quebrar en llanto. Dentro del ataúd yacía un cuerpo, ¿muerto?, la
parte interior superior, del lado de la tapa, estaba rasgado… Sin dudas, la
persona que estaba adentro, Paula Soriano, había sido enterrada viva dos días
atrás, y al verse dentro del cajón, había tenido como única reacción intentar
abrir el ataúd desde adentro, seguramente, de una manera desesperada…
Al
instante, los médicos intentaron reanimar el cuerpo de la pobre infeliz, pero
parecía ser inútil…
Fue
entonces cuando el hombre, artífice del escalofriante hallazgo, se acercó a la
mujer y lloró sobre su cuerpo murmurando: “Si hubiera sabido tal vez… Eras vos,
la de mi sueño, la mujer en el teléfono menciono tu nombre, eras vos, la que
fue atendida en el hospital hace dos días por sufrir un accidente de tránsito,
yo quisiera, desearía poder regresar el tiempo atrás y salvarte…”
Entonces
el cuerpo de la mujer comenzó a tomar, color y revivió con un tosido, que se
volvió a repetir dos o tres veces, lo primero que hizo fue mirar al hombre a
los ojos y decirle: “Gracias, muchas gracias”.
Los
médicos se adueñaron del lugar y lograron reanimarla por completo, poco tiempo
después corroboraron que ella había estado muerta durante unos minutos, y que
había sido enterrada viva, sufría catalepsia, quedó en terapia durante los
primeros días y salió dada de alta al cuarto, lo primero que hizo al salir fue
ir a visitar al hombre que le había salvado la vida, un tal Carlos García, él
le contó que había soñado con ella y con su situación, y el día en que la salvó
había recibido un llamado de una señora (luego supo que era médium) quién le
decía que sus sueños eran parte de la realidad, eran sucesos que estaban
ocurriendo, y que debía ir en busca de una tal Paula Soriano, y así lo hizo.
También le comentó que su esposa había muerto unos años atrás, pero que, cuando
la desenterraron por un tema particular, descubrieron que había sido enterrada
viva, ya que, al igual que Paula, había intentado abrir el féretro desde
adentro, atinando, sólo a rasguñar la parte interior del maldito ataúd.
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